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Introducción a un cambio profundo en materia de salud y seguridad en el trabajo
El artículo analiza las acciones fundamentales que deben desarrollarse para prevenir los daños, en algunos casos letales, que les genera a las personas su actividad laboral.
Por Carlos Aníbal Rodríguez*
Fuente: https://vocesenelfenix.economicas.uba.ar/introduccion-a-un-cambio-profundo-en-materia-de-salud-y-seguridad-en-el-trabajo/#.Y1WodoP-elU.whatsapp

Según la OIT, dos millones ochocientos mil trabajadores mueren cada año a causa de los accidentes y enfermedades laborales, causadas por las malas condiciones de trabajo.
Se trata también de una “pandemia letal, aunque de otro tipo”, que ya ha causado la muerte a unos 15 millones de personas entre 2010 y 2020, que día tras día acaba con la vida de 7.200 trabajadores diarios, y que, año tras año, suma millones de muertes sin que vaya remitiendo. Al contrario, las víctimas mortales anuales siguen aumentando: en 2013 las muertes eran 2,34 millones, que pasaron a ser 2,78 millones en 2017. Más de 2 millones corresponden a las enfermedades del trabajo que en la práctica aparecen como el efecto censurado del trabajo. Su subregistro es apabullante.
En un artículo publicado el 17 de mayo, los autores, de instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), señalan que, cada año, 750.000 personas mueren de enfermedad coronaria isquémica y apoplejía, debido a largas horas de trabajo (la enfermedad coronaria isquémica involucra la arteriosclerosis). En otras palabras, más gente muere por trabajo excesivo que de malaria.
Una parte de estos muertos son nuestros y el objeto de mi presentación es reflexionar sobre lo que deberíamos hacer. Lo cierto es que el trabajo en nuestros días está sujeto a severos cambios tecnológicos, económicos, sociales y políticos que impactan en las condiciones de vida y de trabajo y consiguientemente en la salud. Como país estos cambios nos importan y deberíamos actuar en consecuencia. Por ello voy a compartir con ustedes un paquete de propuestas.
Necesidad de definir un marco conceptual
Se hace necesario, además de desarrollar la mirada a partir de la noción de condiciones y medio ambiente de trabajo, ampliar el marco e integrar la humanización del trabajo. Por otra parte, el siglo XXI nos enfrenta a desafíos muy concretos. El primero es evitar el peligroso cambio climático y el deterioro de los recursos naturales que podrían socavar gravemente la calidad de vida de las generaciones presentes y futuras. Luego está la necesidad de abordar los riesgos psicosociales que parecen adquirir una gran frecuencia.
El ensamble entre el medio ambiente de trabajo y el medio ambiente general
El Papa nos dice, en la presente conferencia internacional del trabajo: “…nuestra vocación al trabajo está también indisolublemente conectada con la forma en la que interactuamos con el medio ambiente y la naturaleza. Estamos llamados a trabajar en el ‘cultivo y mantenimiento’ del jardín del mundo (cf. Gn 2, 15), es decir, a cultivar la tierra para que sirva a nuestras necesidades sin dejar de cuidarlo y protegerlo”[1]. El trabajo es camino de crecimiento, pero solo si es un crecimiento integral que contribuye a todo el ecosistema de la vida: a los individuos, las sociedades y el planeta.
A lo largo de las cuatro últimas décadas, más del 70% de las infecciones emergentes han sido zoonosis, es decir, enfermedades infecciosas animales transmisibles al ser humano.
Fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, virus del Ébola y enfermedad por virus de Marburgo, fiebre de Lassa, coronavirus del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y síndrome respiratorio agudo grave (SRAG), virus de Nipah y enfermedades asociadas al henipavirus, fiebre del Valle del Rift, virus de Zika son ejemplos de estas enfermedades emergentes.
En ese sentido, la imprevisibilidad creciente del clima mundial y las interacciones locales entre hombre, animal y ecosistema, cada vez más estrechas en ciertos lugares del planeta, tienen un papel principal en la aparición de nuevas infecciones en el seno de las poblaciones humanas.
De este modo, es posible que el aumento de las temperaturas medias haya tenido un efecto significativo en la incidencia de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, causada por un virus transmitido por las garrapatas, así como sobre la persistencia del virus de Zika, transmitido por los mosquitos en las regiones subtropicales y templadas, como acontece en la Argentina.
El consumo de carne de animales salvajes y su comercio, consecuencia de la demanda creciente de proteínas de origen animal, también provocan cambios importantes en los contactos entre los seres humanos y los animales. Hay estudios que han demostrado que las epidemias de SRAG y de Ébola estuvieron directamente ligadas al consumo de carne de animales salvajes infectada. Además, la fiebre de Lassa y las enfermedades debidas al virus de Marburgo y del Ébola cobraron fuerza en África Occidental y Central, donde el consumo de carne de animales salvajes es cuatro veces superior al de la Amazonia, que es, sin embargo, más rica en biodiversidad.
Un riesgo adicional es la expansión de la agricultura y de la ganadería. Con el fin de responder a la demanda siempre creciente de las poblaciones humanas, hay que conquistar nuevos espacios, deforestando y desbrozando. Ahora bien, sabemos que esos nuevos usos de la tierra pueden desencadenar la aparición de enfermedades infecciosas, ya que favorecen el contacto con organismos rara vez encontrados hasta la fecha. Así, en las islas de Sumatra, la migración de los murciélagos de la fruta provocada por la deforestación debida a los incendios de su selva condujo a la aparición de la enfermedad de Nipah entre los ganaderos y el personal de los mataderos de Malasia.
Existe una demanda real para que se exploren formas productivas que garanticen un desarrollo ecológico y socioeconómico sostenible. Dentro de los aspectos a profundizar está el desarrollo de empleos verdes. Pero vamos a profundizar en la pandemia que nos está golpeando.
Durante el último siglo se han revelado cambios a gran escala en el tipo de vegetación de la provincia de Yunnan, también en el sur de China, y las regiones adyacentes en Myanmar y Laos. Los cambios climáticos, incluidos el aumento de la temperatura, la luz solar y el dióxido de carbono atmosférico, que afectan el crecimiento de plantas y árboles, han cambiado los hábitats naturales de matorrales tropicales a sabanas tropicales y bosques caducifolios.
Esto creó un entorno adecuado para el desarrollo de muchas especies de murciélagos que viven predominantemente en los bosques. La cantidad de coronavirus en un área está estrechamente relacionada con la cantidad de diferentes especies de murciélagos presentes. El estudio encontró que otras 40 especies de murciélagos se han trasladado a la provincia de Yunnan, en el sur de China, en el siglo pasado, albergando alrededor de 100 tipos de coronavirus transmitidos por murciélagos.
“Comprender cómo ha cambiado la distribución global de las especies de murciélagos como resultado del cambio climático puede ser un paso importante en la reconstrucción del origen del brote de Covid-19”, dijo el Dr. Robert Beyer, investigador del Departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge y primer autor del estudio.
La población mundial de murciélagos porta alrededor de 3.000 tipos diferentes de coronavirus, y cada especie de murciélago alberga un promedio de 2,7 coronavirus, la mayoría sin mostrar síntomas. Un aumento en la cantidad de especies de murciélagos en una región en particular, impulsado por el cambio climático, puede aumentar la probabilidad de que un coronavirus dañino para los humanos esté presente, se transmita o evolucione allí.
Cuando el cambio climático alteró los hábitats, las especies abandonaron algunas zonas y se trasladaron a otras, llevándose sus virus –explica Beyer–. Esto no solo alteró las regiones en las que están presentes los virus, sino que muy probablemente permitió nuevas interacciones entre los animales y los virus. La mayoría de los coronavirus transmitidos por los murciélagos no pueden afectar a los humanos. Pero es muy probable que varios coronavirus que se sabe infectan a los humanos se hayan originado en los murciélagos, incluidos tres que pueden causar muertes humanas: el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) CoV y el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) CoV-1 y CoV-2.
La región identificada por el estudio como un punto crítico para un aumento impulsado por el clima en la riqueza de especies de murciélagos también alberga pangolines, que se sugiere que actuaron como huéspedes intermediarios del SARS-CoV-2 haciendo que se transmitieran o evolucionaran virus más dañinos. Incorporar estos conocimientos resulta vital para desarrollar la salud y seguridad en el trabajo. Finalmente debería ser hija dilecta de la salud pública.
Los riesgos psicosociales
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los riesgos psicosociales son “aquellas características de las condiciones de trabajo que afectan la salud de las personas a través de mecanismos psicológicos y fisiológicos, a los que se llama estrés”.
En España se denomina factores psicosociales a aquellos factores de riesgo para la salud que se originan en la organización del trabajo y que generan respuestas de tipo fisiológico (reacciones neuroendocrinas), emocional (sentimientos de ansiedad, depresión, alienación, apatía, etc.), cognitivo (restricción de la percepción, de la habilidad para la concentración, la creatividad o la toma de decisiones, etc.) y conductual (abuso de alcohol, tabaco, drogas, violencia, asunción de riesgos innecesarios, etc.) que son conocidas popularmente como “estrés” y que pueden ser precursoras de enfermedad en ciertas circunstancias de intensidad, frecuencia y duración.
Según la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo, la mitad de la población laboral padece estrés relacionado con el trabajo, y la mitad de las jornadas perdidas guardan relación con la misma causa.
Es indispensable incluirlos, reconocerlos, identificarlos y valorarlos, para lo cual resulta indispensable llamar a una reunión tripartita para definir estos puntos.
Dotarnos de una estructura jurídica preventiva
Nuestras normas adolecen de:
• No establecimiento claro de derechos y obligaciones.
• No establecimiento de ámbitos de participación.
• No establecimiento de ámbitos de articulación de los distintos actores del Estado con incumbencia en el tema.
• Obsolescencia del modelo de servicios.
• Falta de adecuación a la norma del Mercosur en materia de salud y seguridad en el trabajo.
• Falta de adecuación a los convenios 155 y 187 de la OIT.
• Considerar al trabajador como un ser carente de psiquis.
• Una visión de la salud limitada y mercantilista.
Es indispensable una legislación preventiva que debe ocuparse de dar cobertura no solo de las empresas formales sino también de las de trabajo informal, de los trabajadores marginales, de los precarizados, de los olvidados. Lo prioritario en esto es trabajar en una norma preventiva que surja de la democracia y que vea los problemas de la salud y seguridad en el trabajo como una cuestión de salud pública y por lo tanto no encerrada entre los muros de la empresa y las compañías de seguro. De esta forma los aspectos inherentes a la SSO, además del rol del Ministerio de Trabajo desde el punto de vista fiscalizador, deberán ser incluidos en la atención primaria de la salud.
La participación de los trabajadores en la gestión de la prevención deberá quedar establecida en todos los niveles: nacional, provincial y de empresa.
Al mismo tiempo habrá que revisar el sistema de cobertura de accidentes y enfermedades del trabajo. Una cobertura de este tipo no puede albergar instituciones con ánimo de lucro. A la hora de cambiar se eligió la peor alternativa: entregar la salud de los trabajadores a las compañías de seguro.
1. Contar con un marco institucional sólido
El Ministerio de Trabajo y las áreas de trabajo de los gobiernos provinciales son insuficientes para el desafío que tienen por delante. Existe la necesidad de incorporar la transversalidad con otros ministerios. El Ministerio de Salud y la incorporación de la salud a la atención primaria resultan urgentes e indispensables. Pero también se necesitará al resto de los ministerios para programas específicos.
2. Establecimiento de un Programa Nacional
Precedida por la definición de una política nacional coherente y consensuada deberá elaborarse un programa nacional dirigido a enfrentar los riesgos para la salud más graves y frecuentes. Junto a la política debe prepararse el perfil nacional en seguridad y salud en el trabajo.
El perfil nacional resume la situación existente en el país en materia de seguridad y salud en el trabajo. Identifica, entre otras cuestiones, la legislación, la infraestructura y los recursos pertinentes, así como la situación nacional actual respecto de los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales. El análisis de esta información sirve para identificar las fortalezas y debilidades que pueden abordarse mediante programas nacionales sobre seguridad y salud en el trabajo adecuadamente diseñados, para mejorar el entorno de trabajo de forma continua y progresiva en lo que respecta a la seguridad y la salud en el trabajo.
Entre los aspectos a abordar dentro de este plan destacarán, entre otros, los siguientes:
• Definir riesgo psicosocial, las formas de prevención, diagnóstico y tratamiento de las condiciones de trabajo.
• Identificar, evaluar, prevenir y controlar las condiciones y las exposiciones peligrosas en el trabajo. En especial la sustancias cancerígenas y las que alteran la reproducción.
• Identificar, evaluar, prevenir y controlar las condiciones de trabajo que dan lugar a trastornos musculoesqueléticos.
• Aumentar el acceso y la cobertura de los servicios de salud para los trabajadores.
• Promover la salud, el bienestar y el trabajo saludable en el lugar de trabajo.
• Fortalecer la capacidad de diagnóstico, los sistemas de información, la vigilancia epidemiológica y la investigación de las enfermedades, los accidentes y las muertes en el trabajo.
• Actualización del listado de enfermedades profesionales dentro de la reforma total del sistema de cobertura. Esto implica redefinir las afecciones relacionadas con el trabajo y redefinir el concepto de enfermedad profesional. La definición actual promueve a risa si no fuera dramática (son las que están en el listado).
Un Programa Nacional de Seguridad y Salud en el trabajo (SST) debe: (a) promover el desarrollo de una cultura de prevención en materia de seguridad y salud; (b) contribuir a la protección de los trabajadores, mediante la eliminación o minimización, tanto como sea razonablemente práctico, de los peligros y riesgos relacionados al trabajo, en conformidad con la legislación y las prácticas nacionales, a fin de prevenir las lesiones, enfermedades y muertes en el trabajo, y promover la seguridad y salud en el lugar de trabajo; (c) ser formulado y revisado sobre la base del análisis de la situación nacional en materia de SST, incluyendo el análisis del Sistema Nacional de SST; (d) incluir objetivos, metas e indicadores de progreso, y (e) ser apoyado, cuando sea posible, mediante otros programas nacionales complementarios y planes que asistan el logro progresivo de un ambiente de trabajo seguro y saludable.
Asimismo, el Programa Nacional de SST debe:
• Ser preparado a nivel de país e involucrar a todos los ministerios u organismos relevantes que estén relacionados a la SST.
• Estar basado en el Perfil Nacional de SST y otros documentos analíticos relevantes, y abordar tanto las prioridades como las brechas identificadas dentro del marco existente.
• Ser desarrollado con debida consideración a los instrumentos existentes de la OIT sobre SST (Convenios y Recomendaciones, además de otros instrumentos, tales como Códigos de Prácticas y Guías adoptados en esta área), y, en primera instancia, al Convenio 187 del año 2006 y la Recomendación Nº 197, y otros Convenios de la OIT sobre SST ya ratificados.
• Hacer mejor uso de las estructuras, procedimientos y recursos ya existentes en este campo.
• Mejorar la coordinación entre todas las partes involucradas mediante objetivos comunes y programas de trabajo en conjunto, con el objetivo de hacer uso más eficiente de los recursos y conseguir mejores resultados, como consecuencia de las sinergias generadas.
Finalmente para poder trabajar en el desarrollo del Plan Nacional el Estado debe contar con una institución con capacidad de investigación y formación. Es decir, resulta indispensable crear el Instituto para la Salud de los Trabajadores. Con estas medidas comenzaríamos a trabajar en serio.

* Médico, especializado en medicina del trabajo, completó su formación en la Clínica del Lavoro Luigi Devoto (Italia). Experto de la Organización Internacional del Trabajo en salud y seguridad en el trabajo. Docente del Centro Internacional de Formación de la OIT en Torino (Italia). Ex Director Nacional de Seguridad e Higiene del Ministerio de Trabajo de la Nación. Ex Ministro de Trabajo de la Provincia de Santa Fe.
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